ELLIOTT BROOD, Sala Copérnico, Madrid, 14 de febrero

Reseña originalmente publicada en El Mundo de Tulsa (20 de febrero de 2013)

La primera gira de los canadienses Elliott Brood por el viejo continente determinó en gran medida la temática de las historias que se esconden tras su último trabajo, Days Into Years (Paper Bag Record, 2011), con el que recayeron en Madrid el pasado jueves.  Quizás los recuerdos y evocaciones de esa gira, y más concretamente de sus trayectos costeando las playas de Francia, devastadas por las invasiones militares durante el periodo de la Gran Guerra,  se han visto plasmados también en la madurez global de su último álbum. Esa madurez la encontramos en un sonido más homogéneo que en entregas anteriores, con una aproximación deudora más bien del folk-rock de raíces country que de la esencia bluegrass que desprendían las canciones de su primer EP, Tin Type (2004), o el alt-country de discos anteriores.

Tras un comienzo de velada ejemplar con la presencia sobre el escenario de The Baked Beans In Tomato Sauce Brothers,  emergente grupo madrileño de folk-rock de indudable exquisitez que se encuentra presentando su primer LP, In a stew (2012), recalaron sobre el escenario los  componentes de Elliott Brood, Mark Sasso (voz, guitarra, banjo, armónica y ukelele), Casey Laforet (voz, guitarra, ukelele y bass pedals) y Stephen Pitkin (batería, sampler y segundas voces). Con la primera canción, “Back of the Lost”, demostraron su capacidad para la creación de atmósferas oníricas, y su versado manejo de la épica, a través de una voz, la de Mark Sasso, completamente desgarrada, potente y repleta de matices. A partir de la segunda canción, “Lines”,  perteneciente a su último disco, y a pesar de los problemas técnicos que persistieron durante la mayor parte del concierto, todo fue más fácil: pocos Oh Oh Oh hicieron falta para meterse al (sorprendentemente joven) público de la Sala Copérnico en el bolsillo. Para homenajear a los hombres solitarios –loosers, dirán algunosdel día de San Valentín creyeron conveniente interpretar “Without Again”,  valiéndose además de la armónica y el banjo, que aportaban a la grabación que aparece en Mountain Meadows (2008) un colorido más folkie, vitalista y festivo.

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Después de haber atrapado a un público volcado y activo desde los primeros momentos del concierto, aprovecharon el ecuador para presentar algunas de las canciones más introspectivas de Days Into Years (2011), sin dejar de recurrir a esa épica que manejan sin caer en obviedades más que patentadas, esa que formaciones actuales, como Mumford & Sons, han menoscabado, haciendo de ella su bandera. Sonaron a partir de aquí canciones como “Hold you”, una de las que mejor representa el nuevo disco de Elliott Brood y la canción más completa del mismo, “If I Get Old”, de melodías gráciles y propósitos cercanos a las aproximaciones al pop de grupos como Blue Rodeo o The Mastersons, o “Lindsay”.

Tampoco el parón provocado por la avería del amplificador Fender de Mark pudo ralentizar el ritmo frenético que había decretado la banda desde el comienzo, incrementando todavía más la intensidad tras este paréntesis. Fue en esta última parte de la noche cuando Elliott Brood rindieron homenaje a sus orígenes, versionando “Old Dan Tucker”, canción popular norteamericana popularizada por Bruce Springsteen en “We Shall Overcome: The Seeger Sessions”(2006), y transportándonos con ella a cualquiera de las actuaciones de Lucia Micarelli, Steve Earle y tantos otros en la serie de televisión Treme, producida por la omnipresente HBO y dirigida por el afamado David Simon.  Después sonaron canciones como “The Valley Town”, con despliegue de ukeleles incluido, y “Write It All Down for You”, muy ideográfica de la vertiente más jovial por la que discurre la discografía del grupo (y el concierto en sí mismo), inteligentemente ubicadas como antesala del final glorioso y conmovedor que estaba por venir. “Miss you now” fue el adiós perfecto, en el que por un momento pareció asomar al escenario un Jeff Tweedy imberbe acompañado de Jay Farrar, o lo que es lo mismo, Uncle Tupelo. No fue así, y Mark, Casey y Stephen continuaron con lo que es su propósito hasta el final. Un propósito que definían así en la entrevista que David Moreu les realizó para la revista Ruta 66 (Febrero, 2013): “El espíritu de nuestros temas es muy simple y nos gusta escribir canciones que la gente pueda cantar y bailar”.

Sonando: Parece Mentira de Quique González